Escribir: ¿por dónde empezar?

Después de haber tenido esa corriente de inspiración tan prometedora de la que hablábamos en esta entrada, es hora de hacer algo y ponerse manos a la obra.

¿Te acuerdas de todas esas ideas, escenas y fragmentos que habías preparado? Pues es el momento de vomitarlos.


Siéntate frente al ordenador, cuaderno o máquina de escribir si te va lo vintage. Aquí podría decirte que hay dos formas de enfrentarte a tu utensilio de escritura, aunque en realidad yo creo que hay tantos métodos como escritores. Me refiero a planear lo que vas a escribir o a dejarte llevar (lo que algunos llaman "escritor de mapa" o "escritor de brújula"). En mi caso, yo empleo una técnica híbrida, así que de eso es lo que voy a hablar. Aunque claro, primero hay que tener claras todas las opciones para poder jugar con ellas.

"Escritor de mapa"

1. Hacer esquemas de lo más general e ir bajando.

Lo que se suele hacer es resumir toda la historia en una frase, condensando toda la idea en algo simple pero muy claro. Luego es cuestión de ir armando párrafos añadiendo más información sobre la trama y sus puntos claves. No creas que es una especie de sinopsis. Aquí tiene que ir todo, incluido el final.

La extensión de esto puede variar. Obviamente será más largo cuantos más detalles tenga, pero si nos estamos alargando demasiado, podemos considerar pasar al siguiente nivel, que es hacer resúmenes de los capítulos.

Vamos a ponernos técnicos: esto de los esquemas se llama escaleta, y consiste justo en eso: trazas una idea general del capítulo, con los puntos claves, escenas y hechos que se van a desarrollar, pero sin profundizar demasiado, que para eso lo vamos a escribir luego. Esto es solo una guía que tener a mano para poder tirar de ella cuando no sepamos cómo empezar o seguir.

"Escritor de brújula"

2. Dejarse llevar.

Esta opción es muy bonita y muy bohemia, y a mí me gusta mucho pero, siendo honestos, suele acabar resultando contraproducente. Es genial que las musas se sienten contigo y te dicten qué escribir, pero corremos el riesgo de querer plasmarlo todo, dejándonos llevar tanto que al final acabamos desvariando. Resulta que hemos escrito una barbaridad de palabras que en realidad no dicen nada, y lo que es peor, que no nos llevan a ningún sitio, porque hemos perdido de vista el hilo y la idea original. No digo que no se pueda escribir toda una obra así. Resulta que a lo mejor te pones y sacas una novela perfecta redactada a golpes de inspiración, pero no es lo que ocurre normalmente.

Hibridación.

Dicen que ya está todo inventado, así que seguro que no soy la primera ni la única en emplear esta técnica, pero para mí es el resultado de la experiencia de haber probado las dos cosas.

Cuando empecé a escribir más o menos en serio lo hice teniendo solo una idea vaga de lo que quería contar. No había concretado demasiado los puntos del argumento y mucho menos me había hecho una escaleta. Y me lancé sin más a la piscina. ¿Qué pasó? Que empecé con mucha fuerza sabiendo hacia donde quería dirigir la trama y llené un montón de páginas casi del tirón. Bien. Para cuando quise parar un poco y analizar qué coño estaba haciendo, me di cuenta de que no solo no sabía cómo seguir, sino que había escrito casi cien páginas en las que no pasaba absolutamente nada.

Así seguí un tiempo, empezando proyectos y abandonándolos como una mala madre que se deshace de sus hijos deformes.

Cuando me dio por abordar (una vez más) una nueva idea, se me ocurrió probar a hacerme esquemitas. Y entonces entré en conflicto conmigo misma.

Soy una persona bastante caótica, y en general no me gusta que las cosas estén planeadas, decididas y encorsetadas. Pero al César lo que es del César: hacerlo me dio la vida. Bueno, a lo mejor tanto no, pero te haces una idea.

En mi caso fue de lo más útil porque se trataba de ficción histórica, es decir, que tenía que tener muy claros los hechos y los acontecimientos y el orden en el que tenían que ocurrir. Pero en realidad se aplica a cualquier historia porque, al fin y al cabo, todas las narraciones cuentan sucesos en un tiempo concreto, sea real o no.

¿Qué es eso de la hibridación?

Pues es mezclar un poco ambas técnicas. A raíz de mi descubrimiento salvador, empecé a hacer esquemas para todos los capítulos, siguiendo la línea general que ya tenía. La gracia está en que los utilizo como mera orientación para no perder de vista el objetivo, pero casi nunca los cumplo a rajatabla. Es verdad que desarrollo todas las escenas que me he propuesto, pero a veces se me ocurren elementos que resulta que encajan bien o me doy cuenta de que a medida que modifico y añado, ese resumen que me he hecho no es coherente con lo que estoy escribiendo y hay que eliminar. Entonces toca cambiar también el resto de esquemas para ajustarlos, y cuando llegue su turno, volver a ignorarlos con respeto. La escritura es un arte, un proceso creativo vivo. No sería lo mismo si no nos dejásemos llevar un poquito.

Además también puede emplearse con moderación para descubrir qué dirección te gustaría que tomase la trama en el caso de que no lo tengas muy claro. Por ejemplo, puedes no ajustarte a ningún esquema durante los primeros capítulos y dejar que la historia te lleve ella sola hasta un buen punto donde encauzarla y esquematizar, y también puedes probar a hacerlo en capítulos intermedios o incluso en el final. Puede que así descubras alternativas mejores que las que tenías pensadas.

Sin embargo, ten un poco de cuidado y mesura con esto, porque si nos pasamos volveremos a estar despotricando como en el punto dos. Si te haces un esquema, síguelo mínimamente. ¡Que para algo se trata de mezclar las técnicas! Tú experimenta y escribe, que eso es lo divertido.

Ya sé qué método emplear. ¿Ahora qué?

Hasta ahora solo hemos hablado de cómo organizarse (o no organizarse) para empezar a escribir, pero al principio de la entrada he dicho que hay que vomitar todas las ideas guardadas. Y es verdad.

Sea cual sea el método que elijas, lo que tienes que hacer es lanzarte y dejar constancia de todas y cada una de las palabras y expresiones que te crucen por la mente. Aunque sean raras, no tengan sentido o incluso se contradigan. No te pares a cambiar nada. No hagas correcciones de estilo y no le des vueltas. Deja que todo fluya, que todo lo que tienes dentro salga. No pienses en si lo estarás haciendo mal o en esos consejos que has leído sobre como mejorar tu novela. Olvida todo lo que sepas o lo que creas saber y solo escribe. Escribe, escribe y escribe. Y escribe. No quieras hacerlo bien desde el principio, porque eso solo va a hacer que te atasques y no seas capaz de continuar.

Para eso están nuestras amigas las correcciones, las revisiones y las ediciones. Después de tu primer (y seguramente horrible) borrador, puedes cambiarlo tantas veces como quieras, hasta tener un segundo, tercer, cuarto o enésimo borrador, eso ya al gusto del consumidor. ¿No te lo ha dicho nadie? La escritura se va a comer toda tu paciencia (y gran parte de tu tiempo).

Así que prueba y decide qué tipo de estrategia se ajusta más a ti y, si te apetece, cuéntamelo en un comentario. Así vemos qué técnicas diferentes descubrimos :)



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